Cuando una transformación en la empresa fracasa, muchas veces se culpa a los gerentes por “no dar el ancho”. Sin embargo, la raíz del problema suele estar más arriba: en los directivos que no cumplen con tres aspectos clave del liderazgo:
- Claridad en los resultados
- Realismo en el esfuerzo
- Consistencia en las señales
El problema: directivos desconectados
Un directivo “desconectado” no significa que no trabaje, sino que evita lo más difícil de su rol: pensar estratégicamente, definir con claridad hacia dónde va la empresa y sostener sus decisiones con coherencia. Cuando esto ocurre, los planes de transformación quedan en discursos atractivos, pero vacíos de dirección.
La consecuencia es que la presión se traslada hacia abajo: los gerentes deben improvisar, apagar incendios y hacer que las cosas avancen con lo poco que tienen.
Ejemplo común:
Un director anuncia una “transformación digital” y habla de innovación, pero nunca define con precisión qué resultados espera, cuáles serán las etapas del proceso o qué recursos se destinarán. Los gerentes, para no quedar mal, se convierten en malabaristas: intentan motivar a sus equipos, improvisan soluciones y trabajan más allá de sus límites, hasta que la fatiga termina por frenar todo.
El gerente sobrecargado… hasta que se quema
El gerente sobrecargado es un héroe temporal. Trabaja horas extra, resuelve problemas de todos, sostiene a su equipo con esfuerzo personal y logra resultados a corto plazo. Pero esa estrategia no es sostenible. Con el tiempo, la sobrecarga se traduce en agotamiento, rotación de personal y proyectos que se quedan a medias.
El costo para la empresa es alto: equipos desmotivados, talento que se va y un clima laboral cada vez más tenso. En lugar de construir futuro, se vive en la urgencia.
Transformar con rumbo
Lo que marca la diferencia en una transformación exitosa no es la “heroicidad” de unos cuantos, sino la capacidad de la dirección para brindar un rumbo claro y sostenible. Ahí es donde entra el verdadero valor: alinear estrategia y operación sin desgastar a las personas.
En CAPTAL trabajamos con empresas que han enfrentado justamente este escenario. Lo que hacemos es:
- Aterrizar la visión en resultados concretos y medibles. Para que todos sepan qué significa “éxito” en términos claros.
- Evaluar con realismo el esfuerzo requerido. Porque no se puede exigir una maratón si la organización apenas tiene energía para una carrera corta.
- Diseñar señales consistentes. Esto significa que lo que dicen los directivos se vea reflejado en decisiones, recursos y prioridades que los equipos perciban como coherentes.
Cuando la dirección logra este nivel de claridad y consistencia, los gerentes dejan de estar sobrecargados y se convierten en líderes efectivos de equipos que avanzan con confianza. La transformación deja de ser un desgaste y se convierte en un camino de resultados sostenibles.
En CAPTAL creemos que el éxito no depende de la suerte ni de la resistencia de los gerentes, sino de una dirección clara, realista y conectada con su gente.
Consulta sin costo: soluciones@captal.com.mx